Y así, después de esperar tanto, un día como cualquier otro, Juampi decidió triunfar. Decidió no esperar las oportunidades sino salir a buscarlas. Decidió ver cada problema como la oportunidad de encontrar una solución. Decidió ver cada noche como un misterio a resolver y cada día como una nueva oportunidad de ser feliz.
Aquel día descubrió que su único rival no eran más que sus propias rivalidades, y que esta la única y mejor forma de superarlas. Aquel día comenzó a ser fuerte, feliz de verdad, gracioso. Aquel día dejó de temer por cada vez que perdía y sintío que para vencer no era necesario ganar.
Vió que dar lo mejor de sí le hacía feliz, así no fuera el primero, así no lo coronaran o lo aplaudieran. Sintió nuevamente que el único rival es uno mismo. Descubrió que no era él el mejor y que quizás nunca lo fue, le dejó de importar quién ganara o perdiera, ahora le importa simplemente sentirse mejor que ayer. Aprendió que lo difícil no es llegar a la cima, sino jamás dejar de subir. Pero también vió que a veces se cae y que el único camino es pararse y seguir. Aprendió que el mejor triunfo que puede adquirir es tener el derecho de llamar a alguien "amigo". Descubrió que el amor es más que un simple estado de enamoramiento, "el amor es una filosofía de vida".
Aquel día dejó de ser un reflejo de sus escasos triunfos pasados y empezó a ser su propia tenue luz de este presente; aprendió que de nada sirve ser luz si no se ilumina el camino de los demás. Aquel día decidió cambiar tantas cosas, aquel día aprendió que los sueños son solamente para hacerse realidad, desde aquel día ya no duerme para descansar. Ahora simplemente duerme para soñar...
